jueves, 6 de junio de 2013

¿Quien soy?

¿Quien soy?

Mi nombre es Jack Palmer, soy un investigador incansable en temas de salud y terapias alternativas. Para infortunio mío, y de toda mi familia, desde muy joven ví sufrir a mi madre por sus interminables problemas de síndrome de intestino irritable. Largas eran las noches en que deambulaba por la casa como un fantasma debido a sus cólicos y dolores de cabeza.

A lo largo de su vida hemos consultado a todo tipo de especialistas, incluso hemos juntado dinero entre toda la familia para visitar a los más prestigiosos profesionales, aquellos en los que supuestamente más confianza se puede depositar. Pero la respuesta era siempre la misma... Recetas, recetas y más recetas, con más y más medicamentos.

No puedo negar que en algunas oportunidades nos sentíamos eufóricos, porque parecía que los síntomas se reducían. Pero al poco tiempo mi madre sufría una recaída, y debíamos acudir al facultativo por nuevas medicinas.

Al tiempo, lo que comenzó a suceder es que mi madre demostraba molestos síntomas nuevos, que no correspondían exactamente a su SII (síndrome de intestino irritable). Nos quedamos paralizados cuando los especialistas nos informaban que esto se debía a síntomas producidos por las drogas que estaba tomando para tratar su enfermedad!

No podía entender por qué mi madre sufría de esta manera. Ella llevaba una vida normal, sin excesos, y sus hábitos alimenticios eran relativamente sanos. ¿Por qué esto tenía que ocurrirle justo a ella?

En esos primeros tiempos, yo ya no estaba muy convencido del tratamiento que estaba siguiendo, y si bien le aconsejé que no lo abandonara, a la vez la alenté a que visitara otros especialistas.

Pero las respuestas fueron bastante desalentadoras. En todos los casos, lo que nos aseguraron fue que sin importar la droga que le administrasen, los efectos secundarios indeseables no se harían esperar, ya que eran propios de los medicamentos que controlan los síntomas de este síndrome. Sin encontrar consuelo, pensé que debería acostumbrarse a los inconvenientes que este mal le producía.

Mientras tanto sus desagradables síntomas seguían en aumento. Sufría de dolores de cabeza interminables y pasaba muchos días durmiendo apenas algunas horas.

Durante 3 largos años mi madre siguió padeciendo esos indeseables síntomas y dolores. Ya no podía llevar adelante una vida normal. En consecuencia, una creciente depresión se apoderó de ella.

Ante la falta de respuestas para su problema por parte de la medicina tradicional, tomé la decisión de investigar por mi cuenta, ya que debía existir algo que pudiera controlar sus padecimientos sin arruinarle la vida, y no iba a descansar hasta encontrarlo.

Lo primero que tuve que hacer es realizar una investigación para saber a que me enfrentaba.


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